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En el 430 de King’s Road estuvo, décadas atrás, la “fábrica” donde se “inventó” el punk británico: la boutique otrora llamada SEX, propiedad de Malcolm McLaren y Vivienne Westwood. Vivienne todavía posee el local, que hoy es base de la tienda World’s End, y en cuyo frente hay un frenético reloj que jamás detiene su marcha. Una marcha novedosa, ya que sus locas agujas giran en sentido contrario a las de un reloj convencional.
Por supuesto, es en esa boutique donde el astuto McLaren forjó a los Sex Pistols a mediados de la década de los ‘70.
King’s Road siempre gozó de mucha historia social y cultural: fue en los ‘60 una calle famosa por su movida, sobre todo en el ámbito de la moda. Así como Westwood brilló en ella, también Mary Quant le dio color a la famosa arteria londinense con su más famosa creación: la minifalda. El Swinging London en su esplendor, casi un sinónimo de King’s Road.
El inicio prehistórico de los Pistols fue como un trío llamado The Strand, compuesto por Steve Jones (voces), Paul Cook (batería) y Wally Nightingale (guitarras). A ellos se les unían Jim Mackin en órgano y Stephen Hayes (luego reemplazado por Del Noones) en bajo.
Todos ellos frecuentaban el local de McLaren y Westwood, entonces llamado Too Fast to Live, Too Young to Die (Demasiado Rápido Para Vivir, Demasiado Joven Para Morir). En el lugar se vendía ropa fetichista cercana al sadomasoquismo, pero paulatinamente se fue transformando en un local de venta de ropa rockera, el prototipo “punk”.
Hacia mediados de 1975 ya se habían producido varios cambios, y no solo de nombres. La tienda en el 430 de King’s Road, pasó a llamarse SEX, y The Strand, tras un breve lapso como The Swankers, ya tenía cambios también en su formación: de los originales solo quedaban Jones y Cook. McLaren, ahora manager de la banda, impuso a Glen Matlock como bajista (empleado de su tienda y quien iba a ser reemplazado por Sid Vicious – otro empleado de la tienda– a principios de 1977), pasando Jones a la guitarra.
Un asistente de McLaren, Bernard Rhodes (futuro manager de The Clash) se ocupaba de supervisar los avances del conjunto y fue el encargado de sugerir a un chico de 19 años que solía vagar por el local de McLaren con una remera destruida –que se sostenía entre agujero y agujero por pins– que tenía, según dice la leyenda, la inscripción “I hate Pink Floyd” (Yo odio a Pink Floyd). El chico se llamaba John Lydon y audicionó para la banda. Nunca había cantado, todos se rieron cuando hizo su prueba ante el grupo, pero… tenía el pelo teñido de verde, y más importante aún, tenía actitud, y mucha.
Con ese bagaje se transformó en cantante. Jones lo rebautizó Johnny Rotten (aparentemente, por el estado calamitoso de su dentadura, Rotten significa Podrido) y la banda fue finalmente lo que conocimos como Sex Pistols (otra idea de Malcolm como parte de la promoción de su local).
Lydon se transformaría en un letrista tremendo por la crudeza de sus letras, además de darle un nuevo status a la figura de frontman del rock.
Los Pistols durarían con esta formación (con la salvedad del cambio antedicho de Vicious por Matlock) apenas 2 años y medio, durante los cuales armaron mucho, pero mucho ruido.